domingo, 14 de julio de 2013

Cien Rechazos

El porque de este blog es complicado o quizás no sea tan complicado y sin embargo me da mucha lata ponerme a contar toda la historia de como me siento frustrado con querer escribir, de como las ideas parecen confusas (y escurridizas) y cada cosas que brota de mis dedos parece ser un asco, en el mejor de los casos, o una soberana estupidez, en los casos más extremos. Me da lata pues sé que tiendo a ser dramático y exagerar y a veces a juzgarme con demasiada dureza.

La idea del blog es sencilla y surgió de una conversación al final de un desayuno. Mientras conversaba con Hannah y sorbía una taza de café que amenazaba con dejar escapar los últimos trazos de calor y convertirse en un frío café imbebible, me quejé de las pocas oportunidades de escribir, de lo frustrado que estaba por algunos concursos en los cuales he participado con éxito nulo, etc, etc.  y sin embargo en algún lugar del corazón, del cerebro o del alma una vocecita me sigue insistiendo: debes escribir, debes escribir.

Hannah, serena, como siempre, y sabia, como la mayoría del tiempo, sugirió que me propusiera llegar a los cien rechazos en un año o menos, es decir, participar en cien concursos, mandar cien manuscritos, cuentos, artículos, etc, etc. Es imposible que llegues a cien sin que pase algo, me dijo quizás confiando en mí más de lo que yo mismo hago.

La idea del blog surgió un poco después. Cien rechazos en un año es algo de lo que vale la pena escribir, si consigo ser rechazado cien veces tendré tema para escribir en este espacio por al menos un año, si a medio camino sucede algo y me publican o gano un concurso, no me sentiré tan mal por no haber logrado el objetivo, es decir es una de esas situaciones win/win como dirían los gringos, en las cuales no hay absolutamente nada que perder.

De modo que aquí vamos, dispuestos con todo a ser rechazados.